2024 – GALERÍA PATRICIA READY. SANTIAGO, CHILE.
El artista Máximo Corvalán-Pincheira viene desde hace años trabajando acerca del sentido de la frontera, atendiendo a diferentes formas y materialidades. La edificación de un límite suele tener como propósito la protección de una “forma de vida” que es, a la vez, la producción de una identidad que se constituye al diferenciarse y contraponerse al “otro”. En la actualidad, la globalización de la economía financiera y la informatización del planeta en redes digitales pareciera allanar las fronteras, pero lo que ocurre no es solo que estas permanecen, sino que incluso se multiplican. Corvalán-Pincheira reflexiona el hecho de que las fronteras, en cualquiera de sus modos -fronteras políticas, sociales, culturales, lingüísticas, policiales, biológicas, etc.- están siendo permanentemente cruzadas, transgredidas, horadadas. Algo fluye entre los territorios que el límite diferencia y separa. Así́ ha sucedido en el caso de las migraciones forzadas a gran escala que inauguran el siglo XXI. Es forzoso preguntarse entonces: ¿qué es una forma de vida que debe defenderse contra aquello que desde el “otro lado” amenaza con ingresar? El muro da que pensar.
La “grieta” no es simplemente un accidente matérico a partir del cual cabe ensayar alguna especulación, sino que es ella misma una clave de comprensión de nuestra catástrofe epocal. En este sentido, no se trata de una “metáfora”, sino que está más cerca del concepto, solo que en este caso es visual.
El recurso del artista para dar a pensar lo tremendo es, en cada caso, la grieta. No se trata para nosotros de preguntar- se “¿qué significa la grieta”? sino más bien ¿cómo opera?
He propuesto considerar que Corvalán-Pincheira nos da a pensar nuestra propia condición de vida; pero, tratándose de un artista visual, ¿no sería más preciso decir que nos da a ver algo? ¿En qué sentido dar a ver es dar a pensar? La grieta es en estas obras tanto un acontecimiento como un concepto.
Sergio Rojas